Reportaje Fotográfico sobre Hoi An, el pueblo costero del centro de Vietnam para Revista Convivimos
Texto Y Fotos: Lucia Baragli
“Yellow Town”
En el centro de Vietnam brilla la ciudad de Hoi An. La magia que la envuelve está en sus callecitas y en su historia, pero sobre todo, en su color: el amarillo, símbolo de la felicidad, la sabiduría y la cultura.
Amarillo es el color entre verde y naranja en el espectro de la luz visible. Es, también, el tercer color del arcoíris, el de los taxis neoyorquinos y el elegido para el submarino de los Beatles. En el feng shui, es el color del oro, el que favorece el desarrollo de la economía familiar. También es el más utilizado en las señales de tránsito, por ser el más visible para el ojo humano. Pero en Asia, el amarillo es el color de la felicidad, la sabiduría, la armonía y la cultura.
A más de 17 mil kilómetros de la Argentina, en el centro de Vietnam, se encuentra Hoi An. Esta ciudad costera se ubica en la desembocadura del río Thu Bon, que la mantiene activa y vibrante. Durante los siglos XV al XIX fue un puerto comercial muy importante del sudeste asiático donde comerciantes chinos, holandeses y japoneses compraban y vendían seda, alfarería y especias.
Esta ciudad antigua sobrevivió a la guerra casi ilesa, y de sus 1000 casas antiguas, más de 800 están incluidas en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. La magia que la envuelve se encuentra en su color, el amarillo.
Casi todas las casas están pintadas de este tono, porque para los vietnamitas es símbolo de realeza y superioridad. Simboliza también la suerte, el orgullo y la prosperidad, además de absorber menos el calor y, por lo tanto, adaptarse mejor al clima tropical cálido y húmedo.
El encanto de este lugar se ha conservado con el tiempo. A pesar de las intensas lluvias que durante la época húmeda lo dejan bajo agua, sigue siendo el favorito por el turismo.
Al recorrer los callejones adornados por el color del sol, uno puede disfrutar de un cà phê sữa đá (café negro helado vietnamita con leche condensada), cruzar sonrisas con las mujeres locales que van vestidas con sus coloridos áo bà ba (pijama de calle) y sus inigualables nón lá (sombrero cónico de hoja de palma), dar un paseo en bote por el río Thu Bon o recorrer los callejones en rikshaw. Cada rincón de esta ciudad de oro tiene su propio detalle, lo que la transforma en un museo histórico a cielo abierto.